Casa Vinya es un proyecto en el cual desde el primer momento el paisaje tuvo más influencia que los propietarios y yo como arquitecto, casi podríamos decir que la casa funciona como un termómetro de paisaje, es una máquina rara que no tiene Diseńo de fachada, su envolvente perforada por patios consiguen que las direcciones de recorridos interiores siempre sean mirando al exterior, era importante que mientras paseamos en ella y nos desplazamos de una estancia a otra sintiéramos la lluvia y el sol.
La casa desarrolla una arquitectura elástica, debido a la forma de vida para la que nace, teníamos que conseguir que pareciera pequeña y al mismo tiempo que tuviera las proporciones necesarias para conseguir el confort que se pretendió.
Es bonito cómo se alza de puntillas sobre la piscina y el paisaje. Cuando estás en ella pierdes la noción del interior- exterior, simplemente sientes que formas parte de la isla bonita, te hace mirar al cielo y nos recuerda lo pequeños que somos.